Silvia Loustau

Traductora, escritora y coordinadora de talleres literarios nacida en Mar del Plata, provincia de Buenos Aires, en el año 1953.

Libros publicados (entre otros):
* Mandala (poemas-2003)
* Espejo de los días (poemas-2007)
* Pájaros de cristal (poemas-2008)
* De relojes y astrolabios (poemas-2009)
* De Mar y Madres (poemas-bilingües castellano/francés-2010)

Las máscaras de papá

Papá, ¿por qué te escondés detrás del diario? Ahora que soy un hombre te recuerdo como un cuadro de Magritte y te veo bajo el título: Hombre sin rostro.
Yo era chico y me preguntaba cuánto tarda un grande en leer las noticias, sí serían tan importantes. A vos te interesaban los nombres de los muertos, quién ganaba o perdía, que se vendía o permutaba. Qué tremendamente largos eran los diarios del domingo. Los veía inacabables. Y los ritos del domingo. La mesa bien tendida y vos, mamá , Freddy, casi bebé, Moni y yo, alrededor del blanco mantel almidonado que la abuela había traído de Irlanda . Y el silencio. Un silencio que me cerraba la garganta. Yo miraba la comida y desaparecía el hambre.
Los almuerzos eran un tenso silencio, cortado por el ruido de los cubiertos sobre la loza y mamá levantaba las cejas sobre sus ojos, observando. Que nadie dijera nada inconveniente, ni un solo tono más alto del debido. Y vos :

−Moni, baja los codos de la mesa.−

−Jimmy, cerrá la boca para masticar.−

−Maria, mirá, Freddy mete los dedos en la salsa.

Y después tu café con gotas. El sillón. Tu sillón de pana verde y el diario.Y ya no tenías mas rostro, papá.

−No deben hacer ruido. Ni correr. Ni pelearse, cuando papá lee el diario.

Entonces yo jugaba con mis plastilinas o los soldaditos hasta que el sonido de aquella radio Philips empezaba a aturdirnos con el fútbol.

Y allá sonaba trémula la voz baja de mamá :

−No hay que molestar a papá mientras escucha el partido.−

Y la tensión se llenaba con la voz de Fioravanti, y con tu cara que ahora aparecía, pero era como si no, porque tus ojos se perdían en el aire mirando aquel match invisible.

Tardes de domingo.

Cuando comencé la escuela me hice amigo de chicos que jugaban con el padre. Que conocían la cara, los ojos, las caricias. Porque yo busco en el bolso azul de los recuerdos ( como dice el poema de una amiga) y no encuentro ni el más leve roce de tus manos. Sí me acuerdo que eran blancas, tersas, anchas, que cerrabas fuerte los puños cuando tenías bronca y los nudillos se ponían pálidos y las manos coloradas y yo sentía el miedo caminando por mi pecho. Pero no recuerdo ni una caricia en las mejillas, un revoltijo en el pelo. Ni siquiera me dabas la mano cuando me llevabas por la calle. Al principio me tomabas por el cuello, entre el índice y el pulgar, como una pinza, y yo me sentía como una marioneta a la que manejabas a tu antojo. A veces me animaba y :

−Papá, me pesás en la espalda.−

−Mirá donde caminás −respondías.

Cuando fui un poco mas grande apoyabas tu mano sobre mi hombre, y yo, de no más de ocho años, temía terminar enterrado en el asfalto.
Por qué nunca entrelazaste tus dedos entre los míos, papá?
Es como si la imagen se esfumara cuanto mas te recuerdo. Papá cara de diario. Papá sin cara. Papá sin manos, sin caricias, hombre con tenazas de cangrejo..
Y una tarde después del ritual dominguero me llevaste a la cancha, creo que tenía cinco años. Y para tu desilusión a mi no me gustó. No entendía a todos esos hombres corriendo detrás de una pelota, y pensé porque no le daban una a cada uno.
Sabés, ahora creo que vos tenías miedo que no fuera bien macho cuando creciera, porque a los machos les gusta el fútbol, los caballos, la caza. Todo eso era parte de tu mundo. Tal vez fueran las diferentes máscaras detrás de las que siempre te escondiste.

−Los hombres no lloran.− me dijiste amenazador cuando se murió Colita, aplastado por un auto.

Había otros ritos. El de los sábados. A la hora de la siesta limpiabas tus rifles y escopetas. Extendías las gamuzas, los largos cepillos, la vaselina. Aún hoy siento en mis fosas nasales el olor del Penetrit. Acariciabas los rifles. Mirabas el caño. Los lustrabas. Ellos sabían de tus manos. Pero yo nunca quise comer aquellas perdices en escabeche, o los guisos de liebre, que tus amigos festejaban entre vasos de un buen borgoña.
Y justo a mí, que miraba a los pobres bichos muertos y sentía una pena intensa, justo a mí me llevaste una tarde de cacería. Una cacería de patos. Me pareció tan hermosa la laguna, tan calma, con sus altos juncos acariciados por la brisa. Tendría siete . ocho años y recuerdo que debíamos caminar despacio, sigilosamente. Me sentía como en un cuento de suspenso .Pero la magia fue rota por los estampidos, los aleteos desesperados y los setters que volvieron con tres patos convulsionados entre sus fauces. Entonces, yo vomité. Y tu amigo Juan me sostuvo la frente mientras las arcadas me daban vuelta y él decía:

−Es que se asustó.− Y yo te miré y sentí tu enojo como un fuego, quemándome.

...Pero recién ahora comprendo, tantos años después, que ese fuego que me quemó desde tus ojos era fuego frio. Un fuego de hielo. Un hielo que congeló mis abrazos , mis secretos, mis sueños. Esos secretos, esos sueños, esos abrazos que nunca conociste. Porque siempre te escondiste detrás de tus máscaras y ahora, ahora que podríamos hablar de hombre a hombre, ahora, te escondiste detrás de tu última máscara. Te escondiste detrás de la muerte, papá.

¹ Este cuento recibió el Primer Premio Nacional De Narrativa en el año 1998

5 comentarios:

  1. Silvia: ya lo leí, pero siempre me deja un sabor amargo a incomprensión, a dureza e incomprensión, por el otro lado. Recibe mi cariño,

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  2. Cosa muy extraña, en ningún lugar aparece que este cuento haya recibido el Primer Premio Nacional de Narrativa en el año 1998. No en la República Argentina, al menos.
    Adolfo Lemos

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  3. Querida Silvia, quiero felicitarla por este estupendo cuento. Tal vez más de uno nos veamos reflejados en esos recuerdos de "pater familiae" ausente, aunque presente; y en los recuerdos agridulces de la infancia. Por otra parte,aunque no suelo entrar en disputa con personas suspicaces, rastreando un poco en la web encontré algunas publicaciones con los antecedentes de la autora. Acá el enlace de la "Revista Hispanoamericana de Arte y Mundo", donde figura un currículum bastante completo:

    http://www.rharte.com.ar/servicio%20de%20correccion/index.html

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