Escritora nacida en Frías, Santiago del Estero, en 1950, está radicada desde muy pequeña en la ciudad de Catamarca.
Sus cuentos: El poncho blanco, La carpa abandonada, Con la vida en un hilo, El avaro, Pecado Original, Sirenas, El unicornio, La vendedora, Los amantes, El alfarero, Gajes del oficio, Insomnio y Tarde de toros, fueron publicados en diferentes periódicos,
revistas literarias y antologías
Relatos breves
Con la vida en un hilo
La mujer de negro se levantó del sillón, dejó el tejido sobre la mesita y miró -a través de los visillos de la ventana- la calle desierta. “¿Cuánto tiempo había pasado desde que él se marchó? ¿Dieciocho años?, quizás veinte… ya no lo recordaba.” Volvió a su tarea: un derecho y un revés, un derecho y un revés…
De pronto, sintió que los dedos se le amortiguaban y las agujas cayeron en la alfombra. Un dolor impreciso se apoderó de su cuerpo; se acurrucó en el sillón y un profundo sopor la invadió. Tuvo un sueño extraño: sus brazos y piernas se multiplicaban y todo su cuerpo se cubría de una oscura vellosidad. Se despertó sobresaltada con los golpes en la puerta.
-¡Querida, soy yo, he regresado! Penélope, ¿dónde estás?
Al entrar a la sala, Ulises sintió que un hilo invisible lo envolvía con fuerza, alzándolo hasta el cielorraso. Quiso gritar, pero la hebra de seda le oprimía la garganta. Una sombra fugaz se deslizó por el muro y en un beso de bienvenida lo devoró.
El avaro
A Judith Moreno de Fedeli
El enamorado, tomándole las manos a su amada, exclama: “¡Tu piel es de nácar, tu pelo de oro, tus ojos de esmeraldas, tu boca de rubí, tus dientes son blancas perlas...! ¡Ay, amada mía, eres mi joya más preciada y no quiero que nadie arrebate mi tesoro!”
Ella niega con la cabeza y sus bucles rubios se agitan levemente. El enamorado la contempla un instante extasiado y la vuelve a guardar en la caja fuerte empotrada en la pared del escritorio.
Tarde de toros
Domingo de sol. En la plaza de toros la multitud aplaude entusiasmada. El torero hace ondear su capote y saluda al público que lo aclama.
“¡Que te coge el toro, Manolete!”
En la arena, un reguero escarlata... Congoja nacional. Cierre de comercios. Suspensión de actividades. Bandera a media asta. Todo el pueblo llora y quiere darle su último adiós.
Al llegar al cementerio, el cortejo se detiene frente al portal de hierro con cadena y candado. Un gran cartel: “Cerrado por duelo”.
El alfarero
Dejó lo que estaba haciendo y se secó el sudor de la frente con la manga de la camisa. Había trabajado sin descanso para terminar su obra pero no estaba satisfecho. La observó desde distintos ángulos mientras pensaba: ¿qué le falta para ser perfecta?
Se inclinó sobre la estatua y –acercando sus labios a la boca de arcilla- con un soplo divino le dio vida.
Querida Beatriz:
ResponderEliminarSiempre es un gusto leer o releer tus microrrelatos, bien logrados.
Gracias querida Norma, por traer a esta escritora a tu Antología de la Gaceta Virtual.
Mi abrazo
Analía
Querida Beatriz:
ResponderEliminarSiempre es un gusto leer o releer tus microrrelatos, bien logrados.
Gracias querida Norma, por traer a esta escritora a tu Antología de la Gaceta Virtual.
Mi abrazo
Analía
Gracias,querida Analía, por tus comentarios.Fuiste la primera en publicar mis textos en la red y estaré siempre en deuda contigo.
ResponderEliminarUn beso
Beatriz
Querida Rosa:
ResponderEliminarme gustaron tus microrrelatos; sabés de mi inclinación por ellos, fue a partir de estos que nos conocimos, ¿te acordás?
Un abrazo
Bertha
Querida Rosita: me encantaron tus microrelatos , los voy a reeviar como me pedís. Un abrazo grande SARITA
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