Jorge Paolantonio

Escritor nacido en Catamarca, 1947, reside en Buenos Aires.

Libros publicados:
Poesía:
* Clave (Juglaría, 1973)
* A Imagen y Semejanza (Univ. Catamarca, 1978)
* Extraña manera de asomarse (Sudestada, 1989)
* Estaba la muerte sentada (Rundinuskín, 1991)
* Resplandor de los Días Inusados (Dock, 1994)
* Lengua devorada (Poetas Vivos, 1994)
* Huaco (Dock, 2000)
* Peso Muerto / Dead Weight (El Mono Armado, 2007)
* Favor del viento (Sarquís, 2005), antología breve de su poética.
Estrenadas en Teatro:
* Rosas de Sal
* Reinas del Plata
* Las Llanistas
* La Payana
* Mueca del Ángel
* La carta
* El cartonero
Editadas en Teatro:
* Teatro I (Sarquís Editora, 2003)
* Teatro II (Sarquís Editora, 2009)
* Rosas de Sal, dos ediciones Fundación Fortabat - H.C.de Diputados de la Nación (Juglaría, 1993/95).
Novelas:
* Año de Serpientes (Ultimo Reino, 1995)
* Ceniza de Orquídeas (Deldragón, 2003-JorgePintoBooks, N.York, 2008) en inglés Ashes of Orchids (N.York, 2009)
* Algo en el aire (Planeta / Seix Barral, 2004)
* La Fiamma, Vida de Opera, (Deldragón, 2008)

Ceniza de orquídeas

Capítulo XXII

-Me gusta el olor a eucaliptus.-, dijo Anna.
La Pitacho la miró curiosa. Apenas había oído su voz en todo el día. Incluso, con la presencia de Gene, la polaca había permanecido callada.
Sin contestarle, fue hasta un pequeño armario. Sacó dos huevos, los cascó en un jarro enlozado, los batió un buen rato, les puso un chorro de vino generoso, azúcar y una pizca de canela. Sin decir palabra, hizo que Anna se sentase en su lecho y la obligó, sin explicación alguna, a dar un trago al menjunje.
Anna puso cara de asco primero para relamerse, después. Inmediatamente hizo gestos para que la Pitacho siguiera dándoselo.
-Mi abuela le llamaba “la pócima”, explicó la Pitacho. Ella era de Pomán, una villa de Catamarca.
-¿Tiene río?, preguntó la enferma.
-No sé. Yo no nací allí sino en Tucumán. Mi mama era obrera de zafra.
-¿Zafra?
-La cosecha de la caña de azúcar. De eso vive la gente más pobre.
-Nosotros también, allá en mi villa, en la Mazowsze, éramos muy pobres. Papá murió. Nos dejó más solas y más pobres.
-Yo no he conocido tata. Sé que era peón de ingenio y que la volteó a mi mama para un baile.
Anna, semi aturdida y débil, no comprendía del todo algunas de las expresiones de Pitacho. Pero tampoco tenía fuerzas para preguntar. Si entendió que ambas carecían de un padre.
-¿Estaba rica la pócima?-, quiso saber la criolla.
-Rica, rica. Se parece a un trago que preparan Tina y Rosa en casa de Madam Blanquita. Lo llaman clericópero ellas usan un licor que se llama amaretto.
-Lo mismo dá. Lo importante es que tenga alcohol. Da fuerza y limpia el desgano. De todos modos, veo que usted, Anna, no le hace asco al trago, ¿no?
-¿Por qué me hablás de usted?
-No sé. Cuestión de respeto. No me hallo si la trato de “vos”. Usted es una señora.
Anna se vio forzada a reir. La risa pasó a tos. Y ésta en acceso que terminó en arcadas y parte de “la pócima”, manchando el frazadón.
La Pitacho se pegó una palmada en la frente: se sentía causante de todo ese inconveniente. No entendía la razón de la risa. Sólo atinó a limpiar a la polaca con una toalla de hilo y un poco de agua tibia. Ésta le sonrió.
-¿Creés en Dios?-, le preguntó porque, sentada en una silla, y con los pies descalzos, jugaba con una medalla que pendía de su cuello.
-Soy bautismada y comulgada. Pero no confirmada.-, explicó, según su saber, la morocha.
-Yo no.-, dijo Anna.
-¿Qué? ¿No fue bautismada usted en...en, ahí?
-No, no es eso. Es que no creo en Dios, Pitacho.
-Ve, no le voy a creer, cheé
-Creéme. Dios no existe.
La Pitacho no pudo evitar persignarse. Le pareció muy grave. Pero espetó:
-Ja, usted porque no conoce a la Mama Virgen, ¡esa sí que es chura!
Anna, sin comprender ni una palabra, siguió:
-Si Dios existiese no permitiría que nos pase todo lo que nos pasa...perder un padre...esta miseria de la que no salimos...toda esta enfermedad...la falta de trabajo...el alcohol de Gene...la libertad que hay que comprar...no, Dios no puede existir.
La Pitacho la escuchaba con atención. Anna estaba poniendo en palabras algo que ella misma, aún en su estrechez mental, había querido expresar alguna vez. Incómoda, fue hasta donde tenía su cartera - la única - y de ella sacó una estampita con la imagen venerada en Luján.
-Tome. Tengalá.
-¿Para qué? Esto vale menos que un zloty...es un papel...una pintura...y ni siquiera sé si me gusta.
-No sea atea. A mí me enseñó mi mama que cuando uno es muy, muy pobre o está muy, pero muy solo...o enfermo por demás...entonces tiene que agarrar una estampita, cerrar los ojos fuerte, fuerte y decir despacito: que salga todo este mal, que entre todo el bien, como entró Jesús a Jerusalén.
Anna recibió la estampa. Y, mirando a la Pitacho a los ojos, besó la pintura de esa imagen. Era una forma de devolver a esa mujercita todo el respeto y el cariño que le estaba brindando. La morocha sintió que había hecho lo debido. Su amiga polaca le había abierto su casa y la había salvado, así, de la tiranía de Domitila.
Cada noche, desde que se decidió a escapar, tenía pesadillas. Las uñas de los pies de la matrona se convertían en navajillas que cortajeaban sus manos en el momento de una friega de alcanfor. O la vieja la obligaba a revolver sin desmayo una paila hirviendo que tenía, dentro, un caldibache en el que flotaba su propia cabeza.
La Pitacho terminó sentándose al borde de la cama. Anna, al besar la estampa, acababa de acusar tardío recibo de algo que había oído de labios de Becka, la casamentera de la aldea: el amor es un buen invento del hombre para sentirse menos solo. Luego dijo:
-Tengo miedo.
-Yo también.-, le confió Pitacho.
-Decime, Pitacho, ¿cuál es tu verdadero nombre?
-Es difícil.
-Sí, pero ¿cuál?
-Predesfinda.
A la polaca le pareció gracioso. Tuvo que reír, una vez más. Se agarró el pecho. Le silbaba.
-¿Vió? ¿No le dije?
Y se abrazaron. Anna fue durmiéndose lentamente. La Pitacho, fiel a su estirpe, no dejó de sostenerla.
______________________________________________________
De Ceniza de Orquídeas; Deldragón (BsAs, 2003); JorgePintoBooks (New York, 2008). Traducida al inglés como Ashes of Orchids, por Nouha Gori Homad, JorgePintoBooks (New York 2009). Novela: Primera Finalista Premio Latinoamericano Planeta; Primer Premio Municipal de Novela, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 2007 (Bienio 2002 -3).-

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Archivo del blog

Gracias por leernos

Visit http://www.ipligence.com

Seguidores